sábado, 2 de noviembre de 2013

Una mañana en el Viceministerio de la Suprema Felicidad


Una mañana en el Viceministerio de la Suprema Felicidad.

Ese lunes, Víctor era un caballero blindado en el Metro, refractario a cualquier variedad de los empujones y atropellos usuales que hacían la cotidianidad del sistema. De hecho, esa mañana era refractario a cualquier penalidad; Rhona había dejado escapar dos lágrimas, una sonrisa muy dulce y un gesto de  asentimiento. Había aceptado el anillo. Anoche Víctor supo que sería feliz.

Fue una fortuna que la emoción no le dejara dormir. Eso le dio el tiempo suficiente para armar su carpeta dirigida al Registro Bolivariano de Felicidad para Personas Naturales”, “REBOFELPENA”. El organismo asociado creado hacía unos años por el Viceministerio de la Suprema Felicidad.

La creación del REBOFELPENA se enmarcaba  perfectamente en las bases y consecuencias de la política económica del Estado. Dado que todo Estado es capaz de generar una magnitud de productos y servicios limitados, asociados a la generación de la felicidad, era menester regular o al menos organizar la demanda.

La iniciativa sirvió para hacer justicia y erradicar la posibilidad de generar felicidad en cualquier emprendimiento privado –todas las personas jurídicas quedaron excluidas del REBOLFEPENA-  y permitir a los naturales una aproximación más racional y racionalizada a la felicidad, bajo los parámetros de regocijo del hombre nuevo.  La traducción práctica del asunto fundamentalmente consistía en que toda persona natural, ante la inminencia de un evento feliz, debía presentar los recaudos apropiados para ejercer su cuota de felicidad y retribuir al Estado los aranceles pertinentes por su gestión. Después de todo, si usted había encontrado una pareja, como era el caso de Víctor (una modalidad de las muy numerosas que estaban obligadas a declaración al REBOLFEPENA), la había conseguido en el territorio nacional,  movilizándose por las calles del Estado , tomando café en los sitios que el Estado ha permitido abrir, en el transporte público del estado. Conseguía una pareja muy probablemente formada y educada en Venezuela, donde la educación es una función del Estado. Sus padres probablemente habían vivido en Venezuela y consumido recursos provistos por el Estado.

Normalmente, la espera, musicalizada por el ruido de los sellos dispuestos por los funcionarios, habría sido desagradable. No para el refractario Víctor hoy.

-¡Roa Víctor!

-Ajá , buenos días, señor.

-.Carpeta de declaración.

-..Aquí está, señor.

-       Constancia de infelicidad previa, cédulas de los involucrados en el posible episodio feliz, declaración jurada de no poseer otra fuente de felicidad.

-       Sí, sí, sí. Todo está aquí.

-       Uhmmmm. Ya va.  Aquí dice que usted es divorciado.

-       Sí, señor. Hace años.

-       ¿Declaró usted el final de la posible felicidad que esa relación le produjo?

-       No, señor, pero eso fue antes de la disposición.

-       La ley es retroactiva. Necesita la declaración con las firmas de los ex cónyuges.

-       Pero ella murió.

-       ¡Ah caramba!  Eso complica la cosa. Necesita tres testigos del fallecimiento.

-       Pero a ella se la llevó el deslave de Vargas; no hay testigos, no quedó nadie.

-       Entonces no se puede procesar.

-       Debe haber algo que se pueda hacer.

-       ¿Intenta sobornarme? ¡Yo soy un funcionario comprometido con el proceso!

-       No señor, es que si ella ya no podré ser feliz.

-       Tiene que conseguir los testigos.

-       Es imposible…¡Que desdicha!

-       ¿Declaró la desdicha que confiesa en este recinto público ante el Viceministerio de Administración de la desdicha.

-       No

-       Tendré que multarlo con 500 unidades tributarias.




lunes, 12 de agosto de 2013

EL ÚLTIMO PERÍODO


EL ÚLTIMO PERÍODO

LA ANUNCIACIÓN

...y el trajecito de terciopelo que siempre he adorado, porque bajo el suave terciopelo siempre estaban sus cálidos senos, las piernas marmóreas, frescas , firmes , musculosas. ¡Y mientras a esto se le siga considerando literatura, no habrá salvación!. Se levanta de entre un mar de caras y me abraza apasionadamente: mil ojos, narices ,dedos, piernas, botellas, ventanas, monederos, platos nos miran airados y nosotros abrazados del mundo. Y por eso es que el Henry Miller no es más que un depravado, por esa sensualidad vulgar, esa enferma facilidad para transmitir cada sensación perversa, la piel asedada y sudorosa, la tensión de los músculos excitados, la fuerza del abrazo, las texturas resbaladizas, sentir, puro sentir..,¡Ave María purísima, sin pecado original concebida desde el primer instante de su ser natural!!

-¡Monseñor! ,¡Monseñor¡

La voz que tronaba desde el laptop apartó a Monseñor de las lecturas preparatorias para su charla "literatura para acercarnos o alejarnos de El Señor" y algo de paz restableció a su espíritu, aunque la agitación subsecuente fue mucho mayor; ahí en la pantalla, estaba el comandante, solicitando su atención.

En condiciones normales, la escena no sería muy diferente a cualquiera de las muchas video conferencias que el líder supremo solía mantener con el único alto jerarca católico que le era afecto. El problema es que el comandante yacía muerto y enterrado, o al menos en su féretro, desde hacia más de seis meses.

 - Aquí estamos, Monseñor, por ahora y para siempre...

Son los humores malsanos, la niebla tenebrosa  de la tentación,  coartada en los prolegómenos de su asalto. Es eso. Respirar profundo y ya.

La pantalla del laptop no daba señales de actividad. El equipo estaba apagado, tal como lo había dejado hacía un buen rato.

Bueno, mejor cerrar al Henry Miller y vamos a los ejemplos virtuosos.

El cuarto se iluminó por completo con la luz del TV de cuarenta y dos pulgadas en el que Monseñor revisaba la grabación de sus mejores sermones con refinamientos de edición. Como le vengo diciendo, Monseñor, regreso. ¡Regreso llamado por el Clarín de la patria! , ¡Por el llanto de la madre que clama en el cerro!, ¡Por el reclamo de una revolución que se trunca!

El Dr. Requiz habló del estrés, del poco dormir. inclusive, bajo el cobijo de un secreto que juró tan inviolable como la confesión, de la transmutación de las pulsiones. La sesión terminó de manera políticamente correctísima con una prescripción medicamentosa que prometía sueños reparadores y el adiós definitivo a la imagen del comandante. El recelo hacia la ciencia lo había heredado Monseñor de una tradición purista que había llegado a debatir el asunto de reconsiderar lo del incidente de Galileo, por eso revisaba al extremo detalle las indicaciones incluidas en las medicina. Con el último despliegue del papelito, la sensación de vacío en el estomago, de no tener más saliva, de respirar a quince centímetros de la garganta lo asaltó de nuevo. "Lo que quiero decirle de una vez, es que regreso en seis días, el próximo domingo, a las nueve de la mañana, en el Samán de Güere. Comuníquelo al partido", tenia como única inscripción el papelito.

Atinó a marcar el numero de su amigo, el padre Primitivo Mancebo, Dominico historiador, especialista y nostálgico en asuntos de la inquisición.

-Primitivo, vente ya. Quiero que veas algo, deja lo que tengas entre manos y ven.

-Monseñor, aló, ¿Que pasa?

-Que te vengas, es un asunto urgente. Te mando al chofer.

Más de tres o cuatro cristianos tuvieron que correr por su pellejo y esquivar el auto que transportaba al padre primitivo, a quien le hicieron subir las escaleras en completa ignorancia de sus cientoveinte kilos.

-Mira esta vaina.

"Lo que quiero decirle de una vez, es que regreso en seis día, el próximo domingo, a las nueva de la mañana, en el Samán de Güere" Leyó en voz alta Primitivo. No entiendo. ¿De qué se trata?

-El comandante se me está apareciendo y mandando mensajes.

Primitivo ya había visto el psicofarmaco sobre la mesa de noche, por lo que apeló a su más generoso gesto de apaciguamiento y abrigo, el que prefería para las fotos importantes. Monseñor estuvo a punto de otra mentada, cuando el laptop y el TV se encendieron al mismo tiempo.

¡Primitiiiiiiiiiivo, como estás tú, chico! ¡Primitivo, el ángel de El Sombrero! ¡Cura de fervor revolucionario!. Saludaba el comandante con su mejor sonrisa.

¡Joder! Dejó escapar Primitivo con un marcado acento madrileño que se había vuelto diestro en aplacar, sobretodo en El Sombrero. Monseñor tuvo que derribarlo, para impedir que su desbordada reacción destruyera toda la habitación, una vez que hubo arrojado el laptop contra el TV. ¡Me cago en la hostia, leche! ¡Un ánima en pena, joder! ¡Un ánima en pena! Repetía, prisionero del abrazo inmovilizante de su superior.

El acuerdo contundente de que las pastillitas no iban a ayudar en nada y el agotamiento de la reserva de vino del cuarto, precedieron a una serie de conclusiones: esto no es normal. De verdad es el comandante, que como sabemos, está muerto. Hay que consultar con un criterio más especializado.

Primitivo y Monseñor llegaron a Birongo disfrazados de turistas gringos y la dirección de Papá Garrido no fue difícil de encontrar.

-Algún día nos tocará cerrar una deuda con ese señor, comentó Monseñor frente a la gran estatuilla de José Gregorio que presidía el consultorio de Papá.

- No Monseñor, eso nos pondría a la Iglesia muy cerca de la superchería, rebatió Primitivo, recuperando su aspecto de inquisidor.

El ventilador oxidado apenas servía para reorientar las coordenadas del insoportable calor en el consultorio, atizado por las velas dispuestas por todas partes. Atrás de la cortina de hilos con cuentas apareció la figura de dos metros de Papá Garrido, envuelta en una túnica anaranjada, recientemente adoptada por razones de marketing y empezó la consulta.

 Aquí hay un alma en pena...la tienes encima. No tu, gordo, tranquilo, es él. Quiere que comuniques algo. ¡No te salgas, gordo, que estamos conectados los tres, cálmate! .Lo que quieres es que trasmitas lo que te dijo a quienes te dijo, luego te deja tranquilo. ¡Brrrrghhhhh!  Gritó, y escupió el trago en la llama para terminar la consulta, Papa Garrido.


DECISIONES EJECUTIVAS

Jorge procuraba dormir justo abajo del atrapasueños, colocado   exactamente en el centro de su cama. Tenía  certeza tan, gratuita como irrevocable por su formación psiquiátrica, de que favorecía el desempeño de su Audí  en la variedad de campeonatos que se programaban en sus sueños. El telefonazo, por cierto, lo despertó unos segundos antes de la meta.

-Aló, sí...Ya le dije al Presidente que tiene que tomarse para la  de las apariciones, dile que se quede quieto, que se tome un Tafil de cien....¿Cómo es la vaina? ¿Monseñor? ¿Raúl? Está bien, ya voy para allá.

¡No se que coño es lo que se están metiendo estos panas! Boscán te lleva, Maga, dijo a la rubia escultural que en su duermevela remitía un beso impreciso.

¿Qué es esto?, pensó al llegar y ver en los diecinueve de los veinte monitores de la sala situacional a la imagen del comandante, conversando con la naturalidad habitual de sus antiguos programas dominicales.

-Pasa Jorge, pasa. ¿Tú también te despertaste? Jejejeje. Bueno, como les decía, muchas gracias a Monseñor por convocar la reunión. La cita entonces el domingo a las nueve de la mañana en el Samán de Güere ,¡En el samán de la patria! ¡En el samán de la victoria siempre! ¡Patria, Socialismo...

Nadie en la sala supo como terminar la frase sin que pudiese interpretarse como un acto de sarcasmo, simple burla o estupidez.

La imagen desapareció.

La agitación general contrastaba con la calma de José Vicente (que a nadie extrañaba, pues hacia años que nadie sabia si este señor pertenecía o no al mundo de los vivos) y la que desde el monitor número veinte venia demostrando Raúl. Atrás, a su espalda, un Fidel con la mirada perdida decía "hasta luego Hugo".

¡Esta es una ocasión de regocijo, de celebración! Dijo el presidente. Hay que avisarle al país y comenzar una.. 

-Cálmese, interrumpió José Vicente, esto hay que evaluarlo con calma.

-¡Esto puede ser un problema muy grande, echarlo para atrás todo!, lamentaba Nelson, que había perdido desde hacia rato su tradicional expresión jovial.

-¿Lo sabe el de la asamblea? Preguntó Jorge. Hay que controlar la información aquí, cualquiera podría capitalizarla y esto puede generar un efecto que se nos salga de las manos.
-Bueno, pero que más respaldo que el del comandante, la fuerza de la calle, de la gente, de la..

-Silencio, ordenó Raúl al presidente. Esta coyuntura no debe perturbar la planificación  que hemos estructurado, el salto cualitativo a la gran confederación revolucionaria.

-La verdad, no entiendo la alarma, ni que les pasa, dijo molesto el presidente.

-Nos pasa, coño, le gritó Jorge, que si este carajo aparece, ahí si es verdad que tú ya no mandas más, nos pasa que se le puede ocurrir cualquier vaina otra vez, nos pasa que echa para atrás el trabajo de Nelson y terminamos de quebrar esta mierda, nos pasa que no aguantamos un proceso electoral más, quizás ni con él de candidato.

-Y nos pasa, remató Raúl, que si tú condición presidencial es percibida como sobrante en un escenario dominado por su renovada presencia  y el muerto no puede asumir, por el simple hecho de estar muerto, le ponemos el poder a la asamblea en bandeja de plata.

-Entonces, ¿qué hacemos? ¿Lo escondemos?

-No presidente, contestó José Vicente, así como se anunció ante Monseñor, a quien por cierto agradecemos su diligencia y lo dejamos en libertad de retirarse, se aparece ante cualquiera, ante la oposición , por ejemplo.

-Buenas noches, deseó Monseñor al retirarse. Yo también me voy a dormir, anunció Fidel a lo lejos en el monitor.

-Propicio es el momento para que la patria y su gente pongan a prueba la madurez política que este proceso les ha procurado, inició inmutable su disquisición José Vicente, y afronte objetivamente la evaluación de sus condiciones materiales. En momentos en que la revolución se hace estructura, es necesario que la figura del líder se desdibuje en la contundencia de los logros objetivos. Y hay que darle a la gente la oportunidad de contemplar a quien los guiara exitosamente hasta la etapa del camino en que esto era necesario, en su dimensión humana y falible, un componente más del colectivo revolucionario.

Un "¡cosa ma grande!" desde el monitor hablaba de la admiración de Raúl a la movida maestra que había entendido de inmediato.

-¿O sea? Preguntó el presidente.

-O sea, precisó Jorge, que hay que enterrarlo de nuevo, preservarlo en la admiración de panteón, pero delicadamente hacer ver al soberano que la complejidad de la realidad actual ya no es abordable desde el genio personal del otrora gigante. Digno de Talleyrand.

-¿Qué canal es ese? preguntó el presidente y con ello ya fue totalmente ignorado durante el resto de la discusión.

-Eso hay que aterrizarlo bien, acotó Raúl. Hay que hacer una agenda para la misma primera semana de su reaparición. Lo primero es aceptar ese debate que propuso Vargas Llosa, eso dejará clara las cosas para la clase media. Los estratos bajos hay que atacarlos con ruedas de prensa en las que él tenga que explicar por qué no han podido concretarse las misiones. podríamos hacerla en el tramo inconcluso del ferrocarril.

El anuncio hay que hacerlo así, dijo Jorge: la noticia del regreso y la agenda en cuestión. se entera todo el mundo de una vez: Asamblea, oposición y país..

EL TIEMPO DE DIOS ES PERFECTO

En esta oportunidad, Monseñor  pidió el apoyo de toda la alta jerarquía católica para comunicar la noticia a la oposición . Conocía bien al comandante y sabia que su histórico desprecio por las fuerzas opositaras prevalecería sobre la conveniencia de acompañarlo con una aparición televisiva o laptomiana que aportara credibilidad a su mensaje, así que reclutó todos los pastoriles anillos disponibles e inclusive un púrpura sagrado, a manera de compensación.

-Sea o no verídico el asunto -aseveró Arria- lo que se impone es exhumar el cuerpo, separar la cabeza del cuello y enterrarlo de una buena vez. Desde el fondo del grupo de clérigos, Papá Garrido - que había sido convocado en calidad de consultor externo y habla respondido la gran mayoría de preguntas de corte técnico- sonreía con un signo de aprobación como quien reconoce el acierto de una opinión.

-¡Pero bueno, chico!, reaccionó Maria Corina ¿Hasta cuando vamos a seguir demostrando miedo hacia ese señor? ¡Esto es otra mentira más! !saquemos el cuerpo y pongamos al sol, en frente de todos, a ver si es verdad que resucita o se va a descomponer. Que se atrevan, pues, a ver si quieren que su gente vea al gran líder pudriéndose frente a sus ojos.

-Atacar la imagen del comandante nunca ha sido buena idea, enfatizaron los del grupo colina.

-Y no tener bolas tampoco.

Enrique se puso de pie y se dirigió al grupo: por ahí hay unos que andan diciendo que yo debí haber sacado a la gente para que la mataran. Yo les digo que no se equivoquen, que dejen ese coqueteo con romper la unidad, porque la gente se los va a reclamar. Nosotros apostamos por un país libre y de diversidad, por eso el que se ponga a inventar con ideas diferentes no tiene cabida en este proyecto y en este sueño que..

Ramón Guillermo, paso cariñosamente su brazo por sobre los hombros de Enrique. Calma muchacho. Disculpen señores la pequeña discusión, a todas luces normal en el terreno de la diferencia democrática, se excusó con los prelados. Nosotros vamos a estar aquí deliberando y manejando ideas por un rato más. Les agradecemos que se hayan tomado tan amablemente tanto de su tiempo para comunicarnos los últimos acontecimientos. Esto nos habla del compromiso de la iglesia católica con el interés nacional y su gran protagonismo, que es necesario apuntalar y acompañar. Comprendo que ya deben retirarse, pero ¿podría pedirle al Sr. Garrido que permaneciera un poco más con nosotros? Hay algunos detalles que deben ser aclarados.

Después de un presentación de media hora, abundante en detalles y precedentes (inclusive uno muy sorprendente, según el cual, Balaguer había gobernado Dominicana durante los cinco años subsiguientes a su muerte), Papá Garrido – quien por razones de marketing, vestía camisa arremangada y corbata- convenció a todos los presentes de la inminencia del anunciado retorno. Los miembros de la mesa discutieron durante doce horas seguidas, hasta que Ramón Guillermo consiguió una salida conciliadora:  Debemos convocar una marcha gigantesca, desde Caracas a Turmero. La marcha puede ser leída de muchas formas: es retar ante miles de testigos la afirmación que se hace sobre el retorno, es hacer presencia en esos espacios, decir aquí estamos desafiantes y consecuentes, y sobretodo, demuestra nuestro talante democrático y humano, de dar la bienvenida a un contendiente político, siempre que se apegue a las reglas democráticas: es un clarísimo mensaje a la comunidad internacional.

Horas después, de anunciada la marcha, el oficialismo convocó una contra marcha.



AND HE SHALL REING FOR EVER AND EVER

La madrugada del domingo, Silvio Rodríguez apenas podía escuchar a Ojeda debido al trepidar del ciclópeo helicóptero militar ruso con destino a un terreno cercano al samán, habilitado como helipuerto y centro logístico.

- Hoy es el día más afectivo, Silvio, hoy tienes que cantar “Si el poeta eres tú”; mañana abres el debate con Vargas Llosa, cantando “Ojalá”.

- Sí, sí, Raúl me lo dejó muy claro. ¿Por qué tan rigurosos la selección?

-Es la línea, camarada, a mi no me dicen mucho.

-Ya estamos llegando, anunció el piloto, pero vamos a aterrizar un poco más adelante porque los colectivos están disparando al aire en las inmediaciones del samán.

El tifón producido por el aterrizaje del MI 26T2, hizo volar la pancarta de cincuenta metros confeccionada por las señoras del colectivo Hipólita : "Por ahora y para siempre", y casi genera una escaramuza, cuando vino a caer justo sobre la caravana en el momento en el que los colectivos armados saludaban al Presidente de la República y las fuerzas regulares rendían honores al Presidente de la Asamblea Nacional. Por fortuna, en medio de las desordenadas carreras bajo el manto de la pancarta, ambos funcionarios chocaron de frente y, cuando el enorme telón fue a  volar a otro lado, los develó en un profundo e involuntario abrazo. Todos los presentes estallaron en vítores.

Un kilómetro más allá, el  propio Enrique quien, junto a su nuevo jefe de campaña, Papá Garrido – ahora ataviado por un espléndido Armani, recientemente adoptado por razones de marketing- lideraba la gran marcha opositora, tomó el micrófono una vez que pudo emerger de la pancarta, para emplazar a sus seguidores: "no caigamos en provocaciones, que nos tiren lo que quieran, ya hemos llegado, según lo previsto. Nosotros somos demócratas que creemos en la paz". La gran ascendía que aún tenia sobre la gente, permitió que la marcha se reorganizara, apartara su pancarta a un lado y siguiera su curso al punto donde el " ni un paso atrás" y el "no pasaran" habían logrado convenir: justo al lago oeste del samán, a cincuenta metros de la concentración oficialista del este.

La  formación llego, disciplinada y organizadamente, tal como partió de Caracas: con la dirigencia al frente, seguida por la plataforma móvil con el sonido y los instructores de bailoterapia y el primer gran grupo de bailoterapiados. Más allá miles de  señoras con las cacerolas y el enorme contingente de vociferantes de consignas más o menos humorísticas. Lo seguía otra pancarta de dimensiones fenomenales, que recogía en orden cronológico el histórico de reclamos al comandante, remataba la marcha: No a la habilitante, paro ya, Vate ya, referendum ahora, no a elecciones, Ismael traidor, todos somos Ismael, No al cierre de RCTV, bienvenida RCTV, no al cierre de RCTV, Pepeto forever, todos a votar, no a la trampa electoral, no a las elecciones, todos a votar…Finalmente, cuatro típicos mamadores de gallo venezolanos disfrazados de los cazafantasmas, cerraba el grupo.

El chino en una tarima y el grupo de artistas por la libertad en la otra, terminaron sus presentaciones exactamente en el mismo momento y a las ocho y cincuenta y ocho de la mañana en punto, Silvio comenzó a cantar, en medio de un silencio absoluto. A las nueve y diez de  de la mañana, el Presidente esbozaba un sonrisa nerviosa con la espada de Bolívar sostenida en posición de entrega, sólo frente al samán; el llanto de las señoras del colectivo Hipólita empezaba a transitar de la emoción al desespero; las balas de los colectivos se habían agotado; Papa Garrido -en una estrategia de marketing de último momento- cambiaba furtivamente sus vestimentas con un muchacho de Turmero y Enrique repetía hasta el cansancio: ¡no nos van a intimidar!. La pancarta dio un último vuelo rasante. Nadie apareció

La breve pasantía por la eternidad le había dado al comandante, en un último momento, la sabiduría necesaria para evitarse las redundancias. No apareció porque ya estaba ahí: en la maniobra política hecha cosa cotidiana, en los entuertos que ni Nelson ni ningún otro lograrían solucionar, en el desencanto de las trabajadoras señoras del colectivo Hipólita, en el gigantesco atraco que un grupo de motorizados realizó a las dos concentraciones, en una oposición forjada en el negativo exacto de su imagen y semejanzas. En un país sin ideas.

Todos se quedaron viéndose las caras un rato.












sábado, 4 de febrero de 2012

¿y para qué escribirle al coronel?


sábado, 4 de febrero de 2012/Revisado Mayo 04 2013
¿y para qué escribirle al coronel?

De no haber dejado los Converse en el pasillo, no me habría enredado con las trenzas y no habría iniciado una maniobra completamente inútil para evitar la caída, pero muy efectiva para tumbar el afiche de Chaplin que mi esposa tanto quiere y romperle el vidrio. No había terminado de levantarme, cuando ya tenía completica la imagen de uno de esos jarabes de lengua que suman in crescendo la jurisprudencia de mis torpezas anteriores y que siempre asocio a una mezcla de juicio de Nuremberg y Bolero de Ravel.

La verdad que había pasado frente a esa marquetería todos los días de camino a la oficina, pero hay algo de opaco en ella, de constreñida, de no estar ahí, que me la había negado hasta ese día. Abrir la puerta fue como disparar una cámara hitchcock hasta el final de estrecho pasillo, presidido por el propietario desde un escritorio mínimo, aplastado por el montón de facturas dispuestas en perfecto orden.

El hombre, de unos sesenta y largos años, tomaba los datos para la orden de servicio con una parquedad y método insoportables para un servidor; hijo único de padres ancianos, que a sus cuarenta y pico medios, aún no tiene las habilidades sociales bien puestas para también poner su cara de perro, recibir el papelito de la orden e irse para su casa. Así que al escuchar el incuestionable acento chileno, formulé la pregunta genial:

- ah,¿Usted es chileno, no?

- Me vine en los setenta

Mi ingenio indómito, de nuevo:

- Ah con Pinochet.

- ¡Mi general Augusto Pinochet!

Ahí ya no me cuadraron las cuentas, lo que estuvo muy claro para él, pues hizo una pausa en el llenado de la forma, se subió los anteojos con el indice derecho, frunció el ceño, encogió un ojo  en el mejor estilo de El Hombre Nuclear y me dijo:

- No se le vaya a ocurrir confundirme con esa basura de izquierda.

Yo, muy hijo único de padres ancianos muy sin habilidades sociales aún:

- No mi gene.. No señor mío, no.

- Yo tuve que venirme porque mi general no entendió que una diferencia de criterio que tuve con él sobre un asunto administrativo, perseguía beneficiario a él y al ejército. Pero soy y seré pinochetista. Chile es lo que es gracias a mi general.
Recién llegado aquí, unos chilenos me abordaron para pedirme una colaboración en contra del gobierno Chile. Los arrastré a golpes una cuadra y los hice arrestar por la guardia nacional. Cuando llegaron a detener la pelea, les grité: ¿quien es el más antiguo? Yo soy el coronel fulano de tal, de las fuerzas armadas chilenas y estos son dos desestabilizadores de un gobierno legítimo. Llévenselos. Los guardias supieron leer el don de mando y los arrestaron.

Yo, ya sin ningún tipo de habilidad social:

- Ah, entiendo, entiendo.

Si dejábamos a Chile en manos de la izquierda se perdía la patria. Hicimos lo que había que hacer y organizamos al país. Un militar está formado para administrar un país en guerra, ¡ Cómo no va a manejar fácilmente un país en paz! Su orden de servicio.

-Gracias Sr. Yo vengo el lunes entonces ¡ Meeeeeedia. Vuel ! Y caminé hacia la puerta. Los diez pasos me fueron bastante para concluir ciertas cosas, ya mas relajado por el simple hecho de saber a mi coronel a mis espaldas y cada vez más lejos:

Ya va, ya va. ¿Como es esa vaina que administrar un país en guerra es mas difícil que que administrar un país en paz? Esta bien, concedo que la guerra involucra un minucioso cuidado de la administración de recursos y el cotidiano ejercicio de la acción planificada. Pero la guerra es un estado de excepción en el que en aras de la supervivencia nacional, gran parte del quehacer social que constituye la vida cívica es restringido e incluso suspendido. La diversidad, la divergencia, el examen de la conveniencia de las disposiciones, el tomar de la decisión de vivir y cómo vivir no son temas de discusión en una situación de guerra, es decir la esencia de la vida del cuerpo social se elimina de un sablazo. Resulta pues que el arte de gobernar es precisamente, el arte de fortalecer y encausar la vida del cuerpo social.

Un país en guerra no se gobierna, mi coronel, se coloca entre paréntesis, se encapsula hasta que las cosas vuelvan a la normalidad. Usted fue entrenado para congelar un solomillo cuando las condiciones no permiten cocinarlo; no para preparar un chateaubriand . Gobernar es exclusivamente un asunto civil y no se resuelve gracias al manejo experto de la investigación de operaciones o del conocimiento  sobre como se aplastará al otro por las armas. Se tramitan en el ejercicio político que define y es definido por la vida civil. Esa es la naturaleza de la ilusión que los hombres de armas en el ejercicio del poder sólo descubren cuando los sistemas que han levantado se derrumban, en ese momento último en el que, ya inútilmente, comprenden que mandar no es lo mismo que gobernar y que el poder es un sutil juego de influencias, puesto al servicio del interés colectivo.

En una situación de guerra, se pone en juego la supervivencia de una nación, pero en la paz se juega algo mucho más complejo: su viabilidad.

Ya abriendo la puerta, pensé que quizás un malentendido de vida, hacia pensar a este señor que había jugado las cartas de la negación del otro en aras de un bien superior y que quizás algo de grandeza había en él por esa convicción. Pero no había caso, le eché un ultimo vistazo y sólo vi a un hombre, de unos sesenta y  largo años, con muy poco concepto de lo social, sentado tras un escritorio pequeñito.

Nota: escribí las líneas precedentes como un ejercicio catártico un día en que en Venezuela, un desfile militar, bonsai de la plaza roja, celebra el aniversario de un golpe de estado cruento y torpe, mientras los referentes que sostienen la vida civil se desmoronan. No obstante, creo que el comentario es valido para todo caso en que se pretenda dirigir un proceso organizacional en ignorancia de que a todas luces, toda organización es un cuerpo social. Por ello lo incluyo en estas crónicas.