EL ÚLTIMO
PERÍODO
LA
ANUNCIACIÓN
...y el
trajecito de terciopelo que siempre he adorado, porque bajo el suave terciopelo
siempre estaban sus cálidos senos, las piernas marmóreas, frescas , firmes ,
musculosas. ¡Y mientras a esto se le siga considerando literatura, no habrá
salvación!. Se levanta de entre un mar de caras y me abraza apasionadamente:
mil ojos, narices ,dedos, piernas, botellas, ventanas, monederos, platos nos
miran airados y nosotros abrazados del mundo. Y por eso es que el Henry Miller
no es más que un depravado, por esa sensualidad vulgar, esa enferma facilidad
para transmitir cada sensación perversa, la piel asedada y sudorosa, la tensión
de los músculos excitados, la fuerza del abrazo, las texturas resbaladizas,
sentir, puro sentir..,¡Ave María purísima, sin pecado original concebida desde
el primer instante de su ser natural!!
-¡Monseñor! ,¡Monseñor¡
La voz que tronaba desde el laptop apartó a Monseñor de las lecturas
preparatorias para su charla "literatura para acercarnos o alejarnos de El
Señor" y algo de paz restableció a su espíritu, aunque la agitación
subsecuente fue mucho mayor; ahí en la pantalla, estaba el comandante,
solicitando su atención.
En condiciones normales, la escena no sería muy diferente a cualquiera
de las muchas video conferencias que el líder supremo solía mantener con el
único alto jerarca católico que le era afecto. El problema es que el comandante
yacía muerto y enterrado, o al menos en su féretro, desde hacia más de seis
meses.
- Aquí estamos, Monseñor, por
ahora y para siempre...
Son los humores malsanos, la niebla tenebrosa de la tentación, coartada en los prolegómenos de su asalto. Es
eso. Respirar profundo y ya.
La pantalla del laptop no daba señales de actividad. El equipo estaba
apagado, tal como lo había dejado hacía un buen rato.
Bueno, mejor cerrar al Henry Miller y vamos a los ejemplos virtuosos.
El cuarto se iluminó por completo con la luz del TV de cuarenta y dos
pulgadas en el que Monseñor revisaba la grabación de sus mejores sermones con
refinamientos de edición. Como le vengo diciendo, Monseñor, regreso. ¡Regreso
llamado por el Clarín de la patria! , ¡Por el llanto de la madre que clama en
el cerro!, ¡Por el reclamo de una revolución que se trunca!
El Dr. Requiz habló del estrés, del poco dormir. inclusive, bajo el
cobijo de un secreto que juró tan inviolable como la confesión, de la
transmutación de las pulsiones. La sesión terminó de manera políticamente
correctísima con una prescripción medicamentosa que prometía sueños reparadores
y el adiós definitivo a la imagen del comandante. El recelo hacia la ciencia lo
había heredado Monseñor de una tradición purista que había llegado a debatir el
asunto de reconsiderar lo del incidente de Galileo, por eso revisaba al extremo
detalle las indicaciones incluidas en las medicina. Con el último despliegue
del papelito, la sensación de vacío en el estomago, de no tener más saliva, de
respirar a quince centímetros de la garganta lo asaltó de nuevo. "Lo que
quiero decirle de una vez, es que regreso en seis días, el próximo domingo, a
las nueve de la mañana, en el Samán de Güere. Comuníquelo al partido",
tenia como única inscripción el papelito.
Atinó a marcar el numero de su amigo, el padre Primitivo Mancebo,
Dominico historiador, especialista y nostálgico en asuntos de la inquisición.
-Primitivo, vente ya. Quiero que veas algo, deja lo que tengas entre
manos y ven.
-Monseñor, aló, ¿Que pasa?
-Que te vengas, es un asunto urgente. Te mando al chofer.
Más de tres o cuatro cristianos tuvieron que correr por su pellejo y
esquivar el auto que transportaba al padre primitivo, a quien le hicieron subir
las escaleras en completa ignorancia de sus cientoveinte kilos.
-Mira esta vaina.
"Lo que quiero decirle de una vez, es que regreso en seis día, el
próximo domingo, a las nueva de la mañana, en el Samán de Güere" Leyó en
voz alta Primitivo. No entiendo. ¿De qué se trata?
-El comandante se me está apareciendo y mandando mensajes.
Primitivo ya había visto el psicofarmaco sobre la mesa de noche, por
lo que apeló a su más generoso gesto de apaciguamiento y abrigo, el que
prefería para las fotos importantes. Monseñor estuvo a punto de otra mentada,
cuando el laptop y el TV se encendieron al mismo tiempo.
¡Primitiiiiiiiiiivo, como estás tú, chico! ¡Primitivo, el ángel de El
Sombrero! ¡Cura de fervor revolucionario!. Saludaba el comandante con su mejor
sonrisa.
¡Joder! Dejó escapar Primitivo con un marcado acento madrileño que se
había vuelto diestro en aplacar, sobretodo en El Sombrero. Monseñor tuvo que
derribarlo, para impedir que su desbordada reacción destruyera toda la
habitación, una vez que hubo arrojado el laptop contra el TV. ¡Me cago en la
hostia, leche! ¡Un ánima en pena, joder! ¡Un ánima en pena! Repetía, prisionero
del abrazo inmovilizante de su superior.
El acuerdo contundente de que las pastillitas no iban a ayudar en nada
y el agotamiento de la reserva de vino del cuarto, precedieron a una serie de
conclusiones: esto no es normal. De verdad es el comandante, que como sabemos,
está muerto. Hay que consultar con un criterio más especializado.
Primitivo y Monseñor llegaron a Birongo disfrazados de turistas
gringos y la dirección de Papá Garrido no fue difícil de encontrar.
-Algún día nos tocará cerrar una deuda con ese señor, comentó Monseñor
frente a la gran estatuilla de José Gregorio que presidía el consultorio de
Papá.
- No Monseñor, eso nos pondría a la Iglesia muy cerca de la superchería, rebatió
Primitivo, recuperando su aspecto de inquisidor.
El ventilador oxidado apenas servía para reorientar las coordenadas
del insoportable calor en el consultorio, atizado por las velas dispuestas por
todas partes. Atrás de la cortina de hilos con cuentas apareció la figura de
dos metros de Papá Garrido, envuelta en una túnica anaranjada, recientemente
adoptada por razones de marketing y
empezó la consulta.
Aquí hay un alma en pena...la
tienes encima. No tu, gordo, tranquilo, es él. Quiere que comuniques algo. ¡No
te salgas, gordo, que estamos conectados los tres, cálmate! .Lo que quieres es
que trasmitas lo que te dijo a quienes te dijo, luego te deja tranquilo.
¡Brrrrghhhhh! Gritó, y escupió el trago
en la llama para terminar la consulta, Papa Garrido.
DECISIONES EJECUTIVAS
Jorge procuraba dormir justo abajo del atrapasueños, colocado exactamente en el centro de su cama. Tenía certeza tan, gratuita como irrevocable por su
formación psiquiátrica, de que favorecía el desempeño de su Audí en la variedad de campeonatos que se
programaban en sus sueños. El telefonazo, por cierto, lo despertó unos segundos
antes de la meta.
-Aló, sí...Ya le dije al Presidente que tiene que tomarse para la de las apariciones, dile que se quede quieto,
que se tome un Tafil de cien....¿Cómo es la vaina? ¿Monseñor? ¿Raúl? Está bien,
ya voy para allá.
¡No se que coño es lo que se están metiendo estos panas! Boscán te
lleva, Maga, dijo a la rubia escultural que en su duermevela remitía un beso
impreciso.
¿Qué es esto?, pensó al llegar y ver en los diecinueve de los veinte
monitores de la sala situacional a la imagen del comandante, conversando con la
naturalidad habitual de sus antiguos programas dominicales.
-Pasa Jorge, pasa. ¿Tú también te despertaste? Jejejeje. Bueno, como
les decía, muchas gracias a Monseñor por convocar la reunión. La cita entonces
el domingo a las nueve de la mañana en el Samán de Güere ,¡En el samán de la
patria! ¡En el samán de la victoria siempre! ¡Patria, Socialismo...
Nadie en la sala supo como terminar la frase sin que pudiese
interpretarse como un acto de sarcasmo, simple burla o estupidez.
La imagen desapareció.
La agitación general contrastaba con la calma de José Vicente (que a
nadie extrañaba, pues hacia años que nadie sabia si este señor pertenecía o no
al mundo de los vivos) y la que desde el monitor número veinte venia
demostrando Raúl. Atrás, a su espalda, un Fidel con la mirada perdida decía
"hasta luego Hugo".
¡Esta es una ocasión de regocijo, de celebración! Dijo el presidente.
Hay que avisarle al país y comenzar una..
-Cálmese, interrumpió José Vicente, esto hay que evaluarlo con calma.
-¡Esto puede ser un problema muy grande, echarlo para atrás todo!,
lamentaba Nelson, que había perdido desde hacia rato su tradicional expresión
jovial.
-¿Lo sabe el de la asamblea? Preguntó Jorge. Hay que controlar la
información aquí, cualquiera podría capitalizarla y esto puede generar un
efecto que se nos salga de las manos.
-Bueno, pero que más respaldo que el del comandante, la fuerza de la
calle, de la gente, de la..
-Silencio, ordenó Raúl al presidente. Esta coyuntura no debe perturbar
la planificación que hemos estructurado,
el salto cualitativo a la gran confederación revolucionaria.
-La verdad, no entiendo la alarma, ni que les pasa, dijo molesto el
presidente.
-Nos pasa, coño, le gritó Jorge, que si este carajo aparece, ahí si es
verdad que tú ya no mandas más, nos pasa que se le puede ocurrir cualquier
vaina otra vez, nos pasa que echa para atrás el trabajo de Nelson y terminamos
de quebrar esta mierda, nos pasa que no aguantamos un proceso electoral más,
quizás ni con él de candidato.
-Y nos pasa, remató Raúl, que si tú condición presidencial es
percibida como sobrante en un escenario dominado por su renovada presencia y el muerto no puede asumir, por el simple
hecho de estar muerto, le ponemos el poder a la asamblea en bandeja de plata.
-Entonces, ¿qué hacemos? ¿Lo escondemos?
-No presidente, contestó José Vicente, así como se anunció ante
Monseñor, a quien por cierto agradecemos su diligencia y lo dejamos en libertad
de retirarse, se aparece ante cualquiera, ante la oposición , por ejemplo.
-Buenas noches, deseó Monseñor al retirarse. Yo también me voy a
dormir, anunció Fidel a lo lejos en el monitor.
-Propicio es el momento para que la patria y su gente pongan a prueba
la madurez política que este proceso les ha procurado, inició inmutable su
disquisición José Vicente, y afronte objetivamente la evaluación de sus
condiciones materiales. En momentos en que la revolución se hace estructura, es
necesario que la figura del líder se desdibuje en la contundencia de los logros
objetivos. Y hay que darle a la gente la oportunidad de contemplar a quien los
guiara exitosamente hasta la etapa del camino en que esto era necesario, en su
dimensión humana y falible, un componente más del colectivo revolucionario.
Un "¡cosa ma grande!" desde el monitor hablaba de la
admiración de Raúl a la movida maestra que había entendido de inmediato.
-¿O sea? Preguntó el presidente.
-O sea, precisó Jorge, que hay que enterrarlo de nuevo, preservarlo en
la admiración de panteón, pero delicadamente hacer ver al soberano que la
complejidad de la realidad actual ya no es abordable desde el genio personal
del otrora gigante. Digno de Talleyrand.
-¿Qué canal es ese? preguntó el presidente y con ello ya fue
totalmente ignorado durante el resto de la discusión.
-Eso hay que aterrizarlo bien, acotó Raúl. Hay que hacer una agenda
para la misma primera semana de su reaparición. Lo primero es aceptar ese
debate que propuso Vargas Llosa, eso dejará clara las cosas para la clase
media. Los estratos bajos hay que atacarlos con ruedas de prensa en las que él
tenga que explicar por qué no han podido concretarse las misiones. podríamos
hacerla en el tramo inconcluso del ferrocarril.
El anuncio hay que hacerlo así, dijo Jorge: la noticia del regreso y
la agenda en cuestión. se entera todo el mundo de una vez: Asamblea, oposición
y país..
EL TIEMPO DE DIOS ES PERFECTO
En esta oportunidad, Monseñor
pidió el apoyo de toda la alta jerarquía católica para comunicar la
noticia a la oposición . Conocía bien al comandante y sabia que su histórico
desprecio por las fuerzas opositaras prevalecería sobre la conveniencia de
acompañarlo con una aparición televisiva o laptomiana que aportara credibilidad
a su mensaje, así que reclutó todos los pastoriles anillos disponibles e
inclusive un púrpura sagrado, a manera de compensación.
-Sea o no verídico el asunto -aseveró Arria- lo que se impone es
exhumar el cuerpo, separar la cabeza del cuello y enterrarlo de una buena vez.
Desde el fondo del grupo de clérigos, Papá Garrido - que había sido convocado
en calidad de consultor externo y habla respondido la gran mayoría de preguntas
de corte técnico- sonreía con un signo de aprobación como quien reconoce el
acierto de una opinión.
-¡Pero bueno, chico!, reaccionó Maria Corina ¿Hasta cuando vamos a seguir
demostrando miedo hacia ese señor? ¡Esto es otra mentira más! !saquemos el
cuerpo y pongamos al sol, en frente de todos, a ver si es verdad que resucita o
se va a descomponer. Que se atrevan, pues, a ver si quieren que su gente vea al
gran líder pudriéndose frente a sus ojos.
-Atacar la imagen del comandante nunca ha sido buena idea, enfatizaron
los del grupo colina.
-Y no tener bolas tampoco.
Enrique se puso de pie y se dirigió al grupo: por ahí hay unos que
andan diciendo que yo debí haber sacado a la gente para que la mataran. Yo les
digo que no se equivoquen, que dejen ese coqueteo con romper la unidad, porque
la gente se los va a reclamar. Nosotros apostamos por un país libre y de
diversidad, por eso el que se ponga a inventar con ideas diferentes no tiene
cabida en este proyecto y en este sueño que..
Ramón Guillermo, paso cariñosamente su brazo por sobre los hombros de
Enrique. Calma muchacho. Disculpen señores la pequeña discusión, a todas luces
normal en el terreno de la diferencia democrática, se excusó con los prelados.
Nosotros vamos a estar aquí deliberando y manejando ideas por un rato más. Les
agradecemos que se hayan tomado tan amablemente tanto de su tiempo para
comunicarnos los últimos acontecimientos. Esto nos habla del compromiso de la
iglesia católica con el interés nacional y su gran protagonismo, que es
necesario apuntalar y acompañar. Comprendo que ya deben retirarse, pero ¿podría
pedirle al Sr. Garrido que permaneciera un poco más con nosotros? Hay algunos
detalles que deben ser aclarados.
Después de un presentación de media hora,
abundante en detalles y precedentes (inclusive uno muy sorprendente, según el
cual, Balaguer había gobernado Dominicana durante los cinco años subsiguientes
a su muerte), Papá Garrido – quien por razones de marketing, vestía camisa arremangada y corbata- convenció a todos
los presentes de la inminencia del anunciado retorno. Los miembros de la mesa
discutieron durante doce horas seguidas, hasta que Ramón Guillermo consiguió
una salida conciliadora: Debemos
convocar una marcha gigantesca, desde Caracas a Turmero. La marcha puede ser
leída de muchas formas: es retar ante miles de testigos la afirmación que se
hace sobre el retorno, es hacer presencia en esos espacios, decir aquí estamos
desafiantes y consecuentes, y sobretodo, demuestra nuestro talante democrático
y humano, de dar la bienvenida a un contendiente político, siempre que se
apegue a las reglas democráticas: es un clarísimo mensaje a la comunidad
internacional.
Horas después, de anunciada la marcha, el oficialismo convocó una
contra marcha.
AND HE SHALL REING FOR EVER AND EVER
La madrugada del domingo, Silvio Rodríguez apenas podía escuchar a
Ojeda debido al trepidar del ciclópeo helicóptero militar ruso con destino a un
terreno cercano al samán, habilitado como helipuerto y centro logístico.
- Hoy es el día más afectivo, Silvio, hoy tienes que cantar “Si el
poeta eres tú”; mañana abres el debate con Vargas Llosa, cantando “Ojalá”.
- Sí, sí, Raúl me lo dejó muy claro. ¿Por qué tan rigurosos la
selección?
-Es la línea, camarada, a mi no me dicen mucho.
-Ya estamos llegando, anunció el piloto, pero vamos a aterrizar un
poco más adelante porque los colectivos están disparando al aire en las
inmediaciones del samán.
El tifón producido por el aterrizaje del MI 26T2, hizo volar la
pancarta de cincuenta metros confeccionada por las señoras del colectivo
Hipólita : "Por ahora y para siempre", y casi genera una escaramuza,
cuando vino a caer justo sobre la caravana en el momento en el que los colectivos
armados saludaban al Presidente de la República y las fuerzas regulares rendían
honores al Presidente de la Asamblea Nacional. Por fortuna, en medio de las
desordenadas carreras bajo el manto de la pancarta, ambos funcionarios chocaron
de frente y, cuando el enorme telón fue a
volar a otro lado, los develó en un profundo e involuntario abrazo.
Todos los presentes estallaron en vítores.
Un kilómetro más allá, el
propio Enrique quien, junto a su nuevo jefe de campaña, Papá Garrido –
ahora ataviado por un espléndido Armani, recientemente adoptado por razones de marketing- lideraba la gran marcha
opositora, tomó el micrófono una vez que pudo emerger de la pancarta, para
emplazar a sus seguidores: "no caigamos en provocaciones, que nos tiren lo
que quieran, ya hemos llegado, según lo previsto. Nosotros somos demócratas que
creemos en la paz". La gran ascendía que aún tenia sobre la gente,
permitió que la marcha se reorganizara, apartara su pancarta a un lado y
siguiera su curso al punto donde el " ni un paso atrás" y el "no
pasaran" habían logrado convenir: justo al lago oeste del samán, a
cincuenta metros de la concentración oficialista del este.
La formación llego,
disciplinada y organizadamente, tal como partió de Caracas: con la dirigencia
al frente, seguida por la plataforma móvil con el sonido y los instructores de
bailoterapia y el primer gran grupo de bailoterapiados. Más allá miles de señoras con las cacerolas y el enorme
contingente de vociferantes de consignas más o menos humorísticas. Lo seguía otra
pancarta de dimensiones fenomenales, que recogía en orden cronológico el
histórico de reclamos al comandante, remataba la marcha: No a la habilitante,
paro ya, Vate ya, referendum ahora, no a elecciones, Ismael traidor, todos
somos Ismael, No al cierre de RCTV, bienvenida RCTV, no al cierre de RCTV,
Pepeto forever, todos a votar, no a la trampa electoral, no a las elecciones,
todos a votar…Finalmente, cuatro típicos mamadores de gallo venezolanos
disfrazados de los cazafantasmas, cerraba el grupo.
El chino en una tarima y el grupo de artistas por la libertad en la
otra, terminaron sus presentaciones exactamente en el mismo momento y a las
ocho y cincuenta y ocho de la mañana en punto, Silvio comenzó a cantar, en
medio de un silencio absoluto. A las nueve y diez de de la mañana, el Presidente esbozaba un
sonrisa nerviosa con la espada de Bolívar sostenida en posición de entrega,
sólo frente al samán; el llanto de las señoras del colectivo Hipólita empezaba
a transitar de la emoción al desespero; las balas de los colectivos se habían
agotado; Papa Garrido -en una estrategia de marketing
de último momento- cambiaba furtivamente sus vestimentas con un muchacho de
Turmero y Enrique repetía hasta el cansancio: ¡no nos van a intimidar!. La
pancarta dio un último vuelo rasante. Nadie apareció
La breve pasantía por la eternidad le había dado al comandante, en un
último momento, la sabiduría necesaria para evitarse las redundancias. No
apareció porque ya estaba ahí: en la maniobra política hecha cosa cotidiana, en
los entuertos que ni Nelson ni ningún otro lograrían solucionar, en el
desencanto de las trabajadoras señoras del colectivo Hipólita, en el gigantesco
atraco que un grupo de motorizados realizó a las dos concentraciones, en una
oposición forjada en el negativo exacto de su imagen y semejanzas. En un país
sin ideas.
Todos se quedaron viéndose las caras un rato.